Desde este martes, los turistas pueden volver a viajar como antes al Japón, que ha eliminado las limitaciones más ostentosas para pasar fronteras y desplazarse por el país.

Ahora ya no es necesario el confinamiento, ni comunicar nada al Gobierno, ni tampoco siquiera ir en grupo. Únicamente subsiste la necesidad de demostrar que se está vacunado o, en su defecto, presentar una PCR negativa con un máximo de 72 horas de antigüedad. Y los japoneses esperan que la economía vuelva a funcionar, sobre todo porque en este tiempo el yen se ha devaluado y para los extranjeros el país está sensiblemente más barato.

Como es habitual en estas ocasiones, los periodistas estaban en los aeropuertos viendo llegar a los primeros viajeros. De las entrevistas en la frontera nadie consigue desvelar la gran incógnita: ¿volverá a haber turismo como antes? Cada uno tiene su versión pero, por lo pronto, las aerolíneas están reforzando sus servicios.

Antes del Covid, Japón recibía unos 32 millones de turistas anuales que, desde luego, no tendrá en estos próximos doce meses, simplemente por la poderosa razón de que toda la región tenía un flujo tremendo de viajeros chinos que hoy no sólo están encerrados en su país, sino que por momentos su régimen de aislamiento empeora en lugar de mejorar. Sin chinos, Japón debe confiar en los demás países de la región y en el turismo occidental.

Japón, como la mayor parte de los países de la región, se libró de los peores efectos de la pandemia con políticas bastante más estrictas que las occidentales. Pero también lo ha padecido más en el sentido de pérdida de movilidad.

Además, perdió la oportunidad de brillar con su olimpiada que pilló en pleno Covid y que, retrasada, fue una sombra de lo que hubiera debido ser desde todo punto de vista.

Las reservas en All Nippon Airways (ANA) se han quintuplicado desde el extranjero, según ha dicho la compañía. Las salidas de Japón al extranjero, por su parte, se han duplicado.