Algunos de los hoteles que se construyeron o fueron reformados recientemente con presupuestos a la baja en la zona Este se han visto afectados por el paso del huracán. Los estragos han sido mínimos salvo en Cap Cana, donde algunos establecimientos se han visto obligados a cerrar, pero los inversores deberían tomar nota de lo sucedido con Fiona.
Para minimizar costes, últimamente se están construyendo con precios al límite tanto en hoteles de nueva planta como en las remodelaciones de los más veteranos. Ello es una decisión arriesgada como este huracán acaba de poner de manifiesto.
Afortunadamente la categoría de Fiona ha sido 1 y los daños registrados apenas han resultado perjudiciales. Pero imagínense si el huracán hubiera alcanzado un nivel de 4 o 5. Entonces estaríamos hablando de una situación caótica.
Los nuevos hoteles son seguros y sólidos pero en determinados casos se construyen con unos presupuestos muy ajustados. Igual sucede con las reformas que se efectúan en buena parte de los establecimientos del principal destino. Esta cicatería financiera puede traer consigo fatales consecuencias.
Los pioneros no fueron tan rácanos cuando iniciaron su implantación hotelera en la zona, con las excepciones de aquellos que se centraron en la construcción sencilla y típica caribeña. Desde la crisis de 2008 el dólar o el peso destinado a las obras, sin embargo, se ha mirado con lupa, para desesperación de las constructoras. No solo sucedió y sucede con los hoteles, sino que también con algunos proyectos residenciales. Y ello es un error.