Roma, Italia
El Papa ha arremetido contra la tendencia a culpabilizar a los pobres y hacerlos «responsables» de su propia situación al tiempo que ha criticado la «hipocresía de los que se enriquecen sin medida», así como «la injusticia de algunas leyes y de ciertas medidas económicas».
«A menudo, la presencia de los pobres se ve como un fastidio que debe soportarse ¡A veces escuchamos incluso que los responsables de la pobreza son los pobres!», ha exclamado Francisco ante más de 500 personas con pocos recursos procedentes de toda Europa que han viajado hasta la ciudad de Asís, en la región italiana de Umbría, para celebrar por adelantado la Jornada Mundial de los Pobres. El Papa estableció hace cinco años este día para recordar a los más vulnerables de la sociedad que en realidad se celebra este domingo.
Francisco ha señalado que la primera marginación que enfrentan los pobres es «la espiritual» y ha criticado que se «eche la culpa a la espalda de los más débiles». Por ello, ha instado a «restituir la palabra a los pobres» porque durante mucho tiempo sus peticiones «han sido desatendidas». «Es el momento de abrir los ojos y ver el estado de desigualdad en el que viven muchas familias. Es el momento de remangarse las mangas para restituir dignidad creando lugares de trabajo», ha dicho.
Así, ha pedido que la sociedad vuelva a «escandalizarse» ante la realidad de los niños que pasan hambre, «que han sido reducidos a un estado de esclavitud, sacudidos por las aguas de los naufragios» o que son «víctimas de tantas violencias». También ha reclamado que cesen «las violencias contra las mujeres y que dejen de ser tratadas como mercancía de intercambio».
Por ello, ha propuesto la «acogida» como medida para vivir «la fraternidad social». «Acoger significa abrir la puerta, la puerta de casa y la puerta del corazón, y dejar entrar al que llama para que pueda sentirse cómodo y no se impresione», ha destacado.
Del mismo modo, ha lamentado que existan actitudes en la sociedad que preconizan el «miedo al otro» y el «desprecio por su vida» porque es ahí donde «surge el rechazo». «La acogida genera un sentido de comunidad; al contrario, el rechazo se encierra en el propio egoísmo», ha constatado.
El obispo de Roma ha llegado a primera hora de la mañana a la ciudad italiana de Asís para celebrar la quinta Jornada Mundial de los Pobres y reunirse con más de 500 personas necesitadas de diferentes partes de Europa. Sentado frente a la porciúncula, una pequeña Iglesia dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles, en Asís, donde se sitúa el inicio del movimiento franciscano, ha ido escuchando el testimonio de varias personas que han sufrido las dificultades de la vida.
Por ejemplo, el testimonio de un matrimonio afgano que ha tenido que huir del país tras la irrupción del régimen talibán y que ahora espera poder sacar de allí a sus cuatro hijos. La del español Sebastián que ha narrado al Papa su experiencia de violencia y drogas, acabó en la cárcel y, cuando había tocado fondo, apareció en su vida un sacerdote de Toledo que le tendió la mano sin reservas. O el testimonio de Mariana, una mujer de Rumanía de 43 años con una enfermedad de la médula espinal que la dejó en silla de ruedas y que le provoca fuertes dolores.