La industria turística de alta gama en la República Dominicana atraviesa una transformación: el lujo ya no se mide únicamente por suites exclusivas, sino por la capacidad de ofrecer experiencias auténticas, sostenibles y con impacto positivo en las comunidades locales.

En este contexto, el país se consolida como un destino estratégico para el turismo responsable, generando oportunidades tanto para inversionistas como para desarrolladores de proyectos premium.

La hoja de ruta hacia un modelo turístico más consciente ha contribuido a fortalecer la atracción de capital internacional. Según cifras del Banco Central, en 2024 la inversión extranjera directa (IED) alcanzó un récord histórico de US$4,523 millones, con un crecimiento proyectado para 2025 que superará los US$4,860 millones, destacándose el turismo como principal impulsor.

Dicho auge responde a una tendencia global: los viajeros valoran cada vez más las experiencias conectadas con la naturaleza y la cultura local, lo que convierte a la República Dominicana en un destino competitivo por su sofisticación y políticas orientadas al cuidado ambiental.

Hyatt Inclusive Collection, uno de los actores presentes en esta transformación, asegura que sus proyectos buscan “ir más allá del lujo tradicional” al integrar innovación, sostenibilidad y cultura local. “Nuestro compromiso en Hyatt Inclusive Collection va más allá del lujo tradicional. Buscamos transformar la hospitalidad mediante proyectos que integren innovación, prácticas responsables y cultura local, generando un impacto directo y positivo para los huéspedes y las comunidades que nos reciben”, señaló Fernando Fernández, vicepresidente de Desarrollo de la compañía.

Las iniciativas incluyen el uso eficiente de energía y agua, reducción de plásticos, incorporación de productos locales y programas de vinculación con comunidades cercanas.

Experiencias que conectan con el entorno

Ejemplos de esta tendencia son proyectos como Dreams Playa Esmeralda Resort & Spa, que colabora con el grupo local Promiches en la conservación de zonas de anidación de tortugas marinas, o Royal Beach de Punta Cana, que promueve la interacción de los visitantes con la comunidad mediante actividades responsables con el entorno.

“Para nosotros, el verdadero valor de cada proyecto se mide por cómo beneficia tanto a los visitantes como a quienes viven en la región”, agregó Fernández.

La expansión del turismo sostenible ha generado también oportunidades de empleo, desarrollo de capacidades locales y diversificación de la oferta. Al combinar exclusividad, innovación y responsabilidad ambiental, el país no solo fortalece su sector turístico, sino que también promueve un impacto económico y social de largo plazo.

Por admin

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