El consenso nacional como clave para el desarrollo de la infraestructura en República Dominicana.
El desarrollo de la infraestructura en República Dominicana es un tema de creciente relevancia, no solo por su capacidad para impulsar la economía, sino también por su influencia directa en la calidad de vida de los ciudadanos y la competitividad del país en el escenario global. Sin embargo, para que la inversión en infraestructura sea realmente transformadora, es indispensable que se alcancen consensos entre los principales actores nacionales: el Gobierno, el Congreso Nacional, el sector empresarial, la sociedad civil y los partidos políticos. Estos consensos deben centrarse en un enfoque estratégico que promueva el encadenamiento productivo, tanto interno como externo, y en la ejecución de inversiones que impulsen el comercio, el turismo y el desarrollo humano.
La infraestructura como pilar del progreso económico y social
La infraestructura no es un tema meramente técnico o logístico; es un motor esencial de la economía. Las carreteras, puertos, aeropuertos, redes de telecomunicaciones, energéticas y digitales son el tejido que conecta sectores productivos y regiones geográficas. Cuando estas redes están bien desarrolladas, facilitan el intercambio de bienes y servicios, incrementan la competitividad de las empresas, impulsan el turismo y crean empleos. Pero para que esto ocurra, es necesario superar las barreras que históricamente han ralentizado su desarrollo, como la falta de acuerdos entre los actores políticos y económicos.
El papel del Gobierno y el Congreso Nacional
El Gobierno dominicano debe liderar el proceso de planificación y ejecución de grandes obras de infraestructura, garantizando que estas se enmarquen dentro de una visión a largo plazo que considere no solo el crecimiento económico, sino también el desarrollo social y la sostenibilidad ambiental. El Congreso Nacional, por su parte, tiene la responsabilidad de facilitar el marco legislativo necesario para que estas inversiones sean viables y eficientes, aprobando presupuestos que prioricen las obras con mayor impacto y promoviendo reformas legales que atraigan inversión privada y extranjera en proyectos de infraestructura.
Ambas instituciones deben trabajar en conjunto para asegurar que las inversiones en infraestructura no respondan únicamente a intereses inmediatos o particulares, sino que sean parte de un plan coherente, inclusivo y de largo plazo, capaz de generar beneficios tanto a nivel local como internacional.
El papel estelar del sector empresarial
El sector empresarial juega un papel clave en la ejecución y aprovechamiento de la infraestructura. Los empresarios dominicanos deben ver en las obras públicas una oportunidad para fortalecer sus cadenas de valor, mejorando la logística, la productividad y la competitividad en mercados internacionales. Para ello, es crucial que el sector privado se alinee con los objetivos nacionales y participe activamente en los proyectos de infraestructura, no solo como inversores, sino también como actores que aporten innovación, tecnología y mejores prácticas globales.
Además, el sector empresarial debe fomentar la creación de redes de encadenamiento productivo internas, impulsando la producción local y favoreciendo la participación de pequeñas y medianas empresas (PYMES) en los grandes proyectos. Este tipo de encadenamiento asegura que los beneficios económicos de la inversión en infraestructura no se concentren solo en las grandes corporaciones, sino que permeen a diversos niveles de la economía, generando empleo y aumentando la competitividad del país en su conjunto.
El rol de la sociedad civil
La sociedad civil debe estar activamente involucrada en los debates sobre infraestructura, asegurando que los proyectos no solo respondan a intereses económicos, sino también a las necesidades y derechos de las comunidades. Es esencial que los ciudadanos participen en los procesos de planificación y monitoreo de las obras para garantizar que estas contribuyan al desarrollo humano, facilitando el acceso a servicios básicos, como educación, salud, transporte y vivienda.
Los consensos sobre infraestructura no deben excluir las voces de la sociedad civil, que, a través de asociaciones comunitarias, gremios y organizaciones no gubernamentales, puede ser un contrapeso a las decisiones políticas o empresariales que no tomen en cuenta el bienestar de la población. El desarrollo de infraestructura no solo debe verse como una herramienta para el crecimiento económico, sino también como un factor clave para la reducción de la desigualdad y la mejora de la calidad de vida.
La necesidad de unidad entre los partidos políticos
En un sistema democrático como el de República Dominicana, es natural que existan diferencias entre los partidos políticos sobre la priorización de ciertos proyectos o enfoques económicos. Sin embargo, la infraestructura debe verse como un tema de Estado, más allá de las agendas partidarias. Alcanzar acuerdos transversales que permitan la continuidad de los proyectos a lo largo de distintos periodos gubernamentales es vital para evitar que el país se estanque en debates interminables o en la paralización de obras esenciales.
Los partidos políticos tienen la responsabilidad de poner en primer lugar el bienestar del país, promoviendo políticas de infraestructura que beneficien a la mayoría y que permitan al país integrarse de manera efectiva a los mercados globales. Solo así se podrá aprovechar el encadenamiento productivo externo, que conecte a República Dominicana con cadenas de valor internacionales, favoreciendo la exportación y el acceso a nuevas tecnologías.
Impacto en el comercio, el turismo y el desarrollo humano
Una infraestructura bien planificada y ejecutada tiene un impacto directo en sectores clave para la economía dominicana, como el comercio y el turismo. Las mejoras en puertos, aeropuertos y carreteras facilitan el movimiento de mercancías y personas, lo que a su vez dinamiza el comercio interno y externo. En un país cuya economía depende en gran parte del turismo, la inversión en infraestructura que mejore la conectividad entre las zonas turísticas y los mercados internacionales es esencial para mantener y aumentar la llegada de visitantes, lo que genera empleos y promueve el desarrollo de otras industrias conexas.
Además, la infraestructura es una herramienta fundamental para el desarrollo humano. Mejoras en el acceso a agua potable, electricidad, educación y salud dependen directamente de la calidad de la infraestructura disponible. Al mismo tiempo, estas mejoras tienen un impacto positivo en la productividad de la población, creando un círculo virtuoso en el que el desarrollo de infraestructura impulsa el desarrollo humano y viceversa.
Para que República Dominicana logre un verdadero progreso económico y social, es indispensable que se construya un consenso entre el Gobierno, el Congreso, el sector empresarial, la sociedad civil y los partidos políticos en torno al desarrollo de la infraestructura. Este consenso debe estar orientado hacia un plan nacional que fomente el encadenamiento productivo y que potencie el impacto positivo de las inversiones en sectores estratégicos como el comercio, el turismo y el desarrollo humano. Solo a través de la unidad y la visión de largo plazo se podrá construir una infraestructura que impulse el crecimiento y bienestar de todos los dominicanos.