La mecha de los ataques a los empresarios turísticos la encendió el economista Andy Dauhajre tras atacarlos de forma muy dura en su larga entrevista concedida a la cadena CDN a propósito de la retirada de la controvertida reforma fiscal que intentó implementar deprisa e irreflexivamente el Gobierno de Abinader. Dauhajre usó calificativos excesivamente ofensivos contra los inversores turísticos en la citada entrevista -monólogo- que realizó en la televisión de los Estrella/García.
Andy Dauhajre no solo hizo suyo el discurso privado que el ministro de Hacienda, Jochy Vicente pronunció ante un reducido grupo de empresarios turísticos del país con relación a la “privatización del itbis” por parte de los inversores, sino que llegó a insultarlos al hablar del “paraíso de los evasores” y otros términos despectivos y populistas impropios de un experto en economía.
A las arremetidas del economista y del máximo defensor gubernamental de la polémica reforma tributaria se están sumando comunicadores e influencers, los cuales defienden como papagayos las tesis del experto y el funcionario estatal. Todos ellos culpan únicamente a la clase empresarial como responsable de la retirada de la reforma, de la que, de ser cierto, tendrían que estar agradecidos porque la clase media y trabajadora se ha visto favorecida con su derogación.
El señalamiento al mundo empresarial turístico es populista, demagógico y en algunos casos perverso. Poner en el centro de la diana a los inversores es generar un debate injusto por cuanto estos vinieron al país porque el Estado les prometió unas exenciones muy atractivas y, lo que es más importante, legales. No es culpa de esos inversores si el Gobierno no ha sabido negociar una implementación gradual de la reforma y su extensión a todo el pueblo dominicano.
Si la reforma se hubiera aplicado tal cual se pretendía llevar a cabo habría provocado un gran agravio con los emprendedores que acaban de comprar parcelas y estaban pendientes del Confotur. Los inversores se han visto beneficiados, sin duda, pero fueron los gobiernos de RD los que tocaron a sus puertas tras el éxito de Cancún y Riviera Maya con su plan de incentivos que llevó a cabo el Gobierno mexicano con Fonatur.
Los inversores extranjeros, que no tienen quien les escriba —como el coronel Buendía de García Márquez— y que no están del todo unidos —ni nada bien defendidos— han contribuido al enriquecimiento del país, han hecho ricos a suplidores de RD y siguen generando cientos de miles de puestos de trabajo. Obviar esto es caer en la demagogia más burda. Y lo más grave, lo perverso, es señalarlos inquisitorialmente.