Hay dos datos claves para entender la crisis profunda de la aviación rusa: por un lado, la caída del pasaje, que bajó en este mes de abril un 28 por ciento respecto a un 2021 catastrófico por el Covid; por otro, las cuentas de resultados, completamente desastrosas, a merced de que el Estado las ayude. Estos son los datos de la Asociación Rusa de Transporte Aéreo, una organización que, desde la caída del comunismo, había venido trabajando para profesionalizar este sector en el país.
Según esta patronal, en mayo el tráfico bajo un 24,4 por ciento sobre el año pasado, con apenas 6,6 millones de viajeros, por debajo de los 8,8 de 2021. La misma tónica tuvo lugar en marzo.
Sin embargo, en febrero, antes del inicio de la guerra, había habido un aumento del 19 por ciento sobre el año anterior, desbaratado por el conflicto bélico.
Y esto, como es lógico, se ve en el dinero. Este primer cuatrimestre, la aviación rusa batió todos los récords de pérdidas, incluso por encima de 2020 y 2021, notorios por los efectos del Covid.
Perdieron en tres meses 61.100 millones de rublos. El año anterior habían perdido 33 mil millones de rublos, casi la mitad.
“Es difícil predecir cuanto va a empeorar esta situación de las aerolíneas en el futuro. Esperemos que se regrese a la estabilidad lo antes posible”, dijo Vladimir Tasun, presidente de la patronal aérea.
Pese a que Rusia dejó de pagar el alquiler de sus más de 400 aviones de fabricación occidental, tampoco los puede usar como antes ya que no puede salir de sus fronteras, excepto en unos pocos casos. La falta de destinos azota gravemente las finanzas, porque Rusia no ha podido captar a ningún pasajero de los que han vuelto a la normalidad tras la crisis del Covid.