La Habana, Cuba
El Gobierno de Cuba prevé recibir 3,5 millones de turistas en 2023, un millón más que los planificados para este año (en el que finalmente se quedó lejos del objetivo), una cifra que además se queda aún lejos de la registrada en 2019, antes del inicio de la pandemia.
Esto es lo que se desprende del Plan Económico 2023 del Ministerio de Economía y Planificación (MEP) que este lunes estudia para su aprobación la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en la primera jornada de su décimo período de sesiones de la actual legislatura.
El Gobierno cubano aspiraba a lograr 2,5 millones de visitantes internacionales este año, pero luego redujo esa previsión hasta los 1,7 millones de turistas, una rebaja de casi un tercio.
La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) indicó que entre enero y octubre se superaron los 1,7 millones de turistas. Tradicionalmente, la temporada alta en la isla es en el invierno del hemisferio norte.
El ministro cubano de Turismo, Juan Carlos García Granda, aseguró el pasado noviembre en una feria del sector en Londres que el país aspiraba a recibir casi 3 millones de visitante en 2023.
En comparación, en los años entre el inicio del «deshielo» (período de acercamiento entre EE. UU. y Cuba entre 2014 y 2017) y la irrupción de la pandemia de covid-19, Cuba llegó a recibir más de 4 millones de turistas internacionales.
El Plan Económico 2023 del Gobierno cubano contempla asimismo una entrada de divisas por el turismo de 1.672 millones de dólares, lo que supone 477 dólares por visitante.
La previsión para 2022 era de 1.159 millones de dólares por los 2,5 millones de visitantes, o 463 dólares por visitante. No se han difundido cifras de ingresos reales.
El turismo representa la segunda mayor partida del producto interno bruto (PIB) y la segunda mayor fuente de divisas extranjeras de Cuba, por detrás de la exportación de servicios profesionalmente, principalmente del sector de la salud.
Cuba sufre una grave crisis económica por la combinación de los efectos de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones de EE. UU. y los errores en la política económica.
Esta situación se traduce en una profunda escasez de productos básicos (alimentos, medicinas, combustible), elevada inflación, dolarización parcial de la economía y frecuentes y prolongados apagones.