República Dominicana es conocida por sus atractivas playas. Sin embargo, entre arenas blancas y aguas cálidas, se ha cambiado su tonalidad azul por manchas de color marrón, provocadas por la acumulación de algas marinas que restan belleza a las zonas costeras y limitan la actividad comercial. Es el sargazo.

El olor que emana de las algas en descomposición hace una barrera para el desarrollo de la economía en las playas. Muchos visitantes han dejado de ir a zonas de playa por los efectos que producen en la piel y el “desagradable olor”. Esto se ha traducido en una disminución en las ventas en hasta un 70%, según propietarios de los negocios consultados por elDinero.

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cada año más de 22 millones de toneladas métricas de las algas marinas inundan las playas de la región del Caribe. Solo en 2018, recoger el sargazo costó US$120 millones.

Para el italiano, Alexandro, la playa de Boca Chica, al este de la capital dominicana, está en buenas condiciones. “Antes había mucho sargazo, pero ahora está bastante bien. Este problema no es solamente aquí, sino en todo el Caribe”, expone. Ya se ha vuelto parte de su rutina acudir cada año de visita a República Dominicana.

Pese a que ha visitado hoteles todo incluido, prefiere Boca Chica, porque ofrece un mejor ambiente. Sin embargo, destaca que el problema principal de la zona es la delincuencia.

“Este es un buen país, pero la seguridad no es buena”, puntualiza. Además, asegura que “si el italiano se va, la economía se termina”, pues considera que la mayoría de los turistas que vienen al país son de esa nacionalidad, aunque eso no es lo que indican las estadísticas oficiales.

Comercio

Si bien estas algas marinas son un problema para el medio ambiente y el turismo, la actividad económica en las playas no es ajena. El negocio de fabricación y distribución de artesanía, la tienda de regalos La Sociedad es uno más de los comercios que se han visto afectados por el sargazo, según afirma su representante, Jhonny González.

Indica que en los 31 años que tiene el negocio ubicado en el sector de Boca Chica “nunca ha visto tanta cantidad y con esa frecuencia” el sargazo. Explica que antes duraba dos y tres meses para regresar, pero ahora es constante, dos o tres veces a la semana.

En la playa Guayacanes, en la zona de Juan Dolio, en días de semana se observa un panorama desolador; las sillas y las mesas están desocupadas, los parqueos vacíos y sin presencia de algún visitante. Sólo hay visitas en fines de semana, pero se ha reducido por el sargazo.

Los dominicanos tienen como tradición que cuando van a la playa no pasar por alto degustar un pescado frito, acompañado de tostones y ensalada. Además, una bebida refrescante para contrarrestar el calor, que puede ser agua de coco o una piña colada.

Miralba tiene un pequeño negocio en la playa de Guayacanes donde ofrece diversos platos. “Aquí vendemos un poco de comida, para por lo menos buscarnos el alquiler de la casa”, explica. La especialidad del lugar es el pescado a la plancha, el cual tiene un precio que varía entre RD$800 y RD$1,000.

Los fines de semana son los días que mayor flujo de turistas acude al balneario, por lo que hay más ingresos. Antes del impacto del sargazo solían ir muchas personas, pero cuando hay sargazo la afluencia disminuye. La emprendedora afirma que en Guayacanes el comercio no es tan bueno. “Un fin de semana podría vender hasta RD$30,000, pero ahora estamos en cero” asegura la comerciante. Expresa que en la actualidad el sustento de su familia viene de la pensión que recibe su esposo.

Por su lado, el vendedor ambulante de cocos, Jeyson Pascual, expone que “la cosa está mala”. Este comerciante empuja su carretilla por los alrededores de la playa de Juan Dolio donde sale a vender su mercancía y “muchas veces” regresa con la misma cantidad a su casa.

Cada día sale con 48 cocos, en promedio, los cuales cuestan RD$50. Antes de la aparición de las algas en la playa sus ventas eran de RD$2,000 a RD$3,000. No obstante, en la actualidad sus ingresos han bajado. Ante este panorama, la situación ha sido el factor para que el comerciante emigre de la playa hacia las calles de Juan Dolio para conseguir la venta de su mercancía.

“La gente viene y se va”

Empleados sentados sin algún cliente que atender, las estufas apagadas y solo se percibe el olor del sargazo. Este es el panorama que se presenta en el negocio Macedonia, ubicado en Juan Dolio. Pese a la variedad de platos típicos que tienen en su menú, además de la seguridad y buen ambiente que ofrecen, no hay visitantes.

“La gente viene, ve el mar y se va”, explica la representante del negocio, Leslie Melania. Expone que los visitantes por el clima caluroso acuden a la playa, pero al ver el ambiente con las algas marinas y el color turbio de las aguas, retornan a sus hogares. Este hecho los afecta debido al olor que le resulta desagradable a los visitantes cuando van a ingerir la comida. Señala que a consecuencia del sargazo sus ventas se han disminuido un poco más de 70%. “No puedo decir la cifra exacta, pero se ha perdido bastante”, enfatiza.

Un fenómeno

Durante el recorrido que realizó elDinero por las distintas playas afectadas por el sargazo, uno de los empleados del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Mimarena), Wuascar González, define la presencia de las algas marinas como “un fenómeno”.

Abril se registra como el mes de mayor reporte de sargazo en las costas dominicanas. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística (ONE), la presencia de las algas fue de 42.7%. A esta cifra le sigue marzo con 27.6%, enero (25.4%) y con el menor índice febrero por 4.5%.

La autoridad encargada de recoger las algas marinas en las playas es el Ministerio de Turismo, según explica González. Aún el Gobierno no le ha dado participación a Medio Ambiente para que se integre en la recolección del sargazo.

Explica que por el momento se está buscando la forma de que alguna empresa recolecte las algas, las lleve a un puesto que los seque y transforme en otra cosa, con el propósito de sacar provecho a este fenómeno. Su función en el ministerio es hacer un recorrido por las diversas playas y verificando la calidad del agua.

Aún las autoridades se encuentran en el dilema de qué hacer con el sargazo. “No hemos tenido la ayuda de las autoridades, lo poco que se ha sacado ha sido por los vendedores informales de la playa”, afirma González. En ese sentido, indica que los mismos comerciantes son los que están limpiando su área de trabajo.

Cada mañana en la playa de Boca Chica se reúnen 38 personas que se encargan de retirar el sargazo. Así lo afirma uno de los representantes, Gabriel Guzmán, quien también es parte de los comerciantes en la zona, en donde alquilan las mesas y las sillas.

“La participación del Gobierno solo ha sido una mínima parte. Nosotros somos los que limpiamos la orilla y el remanente”, añade. Y no es para menos, los que trabajan en la playa son de los que se han visto más afectados por la acumulación de algas.

De acuerdo con los comerciantes de las playas Guayacanes y Juan Dolio, el Ministerio de Turismo en ocasiones fue a limpiar, pero lo dejaron de hacer debido a la gran cantidad de algas que hay.

Por admin

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